Durante los últimos años, el mundo automotriz ha sufrido cambios más que notables. Uno de los más llamativos fue el paso de los automóviles potenciados por costumbres fósiles a los potenciados por electricidad. Teniendo lugares específicos para recargarse, la DGT ha comenzado a multar a los conductores que ocupan estos espacios para estacionarse.
Al menos en España, estos últimos meses se ha visto la expansión de esta práctica que perjudica a los autos eléctricos. Por esta razón, la DGT ha comenzado a dar multas de hasta 200 euros a cualquier vehículo que ocupe un puesto de carga de un auto eléctrico. Una sanción con la que se espera erradicar notablemente esta práctica en todo el país.
La práctica en cuestión recibe el nombre de ‘icing’, simbolizando el jarro de agua fría para todos los conductores de auto eléctricos. Con esta medida, la DGT busca tener más control sobre una situación que se estaba saliendo de sus manos. A partir de ahora, los conductores de coches eléctricos pueden respirar tranquilos.
Una merecida multa
A lo largo de la historia siempre han existido personas que buscan salirse con la suya. En el mundo automotriz, lamentablemente, siguen existiendo varias personas que se saltan las normas sin preocuparse por los demás. Ante esto, la DGT ha pasado años luchando para combatir contra prácticas como el ‘icing’.

Guiándose por la señal R-308, la DGT está dando multas desde los 100 hasta los 200 euros. La señal en cuestión prohíbe el estacionamiento de vehículos de combustibles fósiles a espacios reservados sólo a eléctricos. En función de la situación, la cantidad de la multa puede terminar variando.
Si se aparca un coche de gasolina o diésel junto a una estación de carga la multa puede ser de 100 hasta 200 euros. Ahora, si la situación es un bloqueo de un punto de carga reservado a eléctricos la multa será de 200 euros. Sin duda alguna, estas medidas ayudarán a evitar que situaciones como esta sigan ocurriendo con frecuencia.
El control de la DGT
Esta situación evidencia lo rápido que la DGT debe adaptarse a los cambios en el mundo automotriz. Ante los constantes cambios que los nuevos automóviles presentan, la DGT debe estar atenta para actualizar su propio reglamento. Todo con el objetivo de evitar, en un futuro, que prácticas como el ‘icing’ resurjan.