Lo que debía ser un merecido descanso para Felipe VI y su familia se transformó, de repente, en un retorno urgente a España. Desde Tesalónica, el monarca canceló sus vacaciones al conocer la magnitud de los devastadores incendios que azotaban varias comunidades autónomas, además del grave accidente que sufrió su amigo Jaime Anglada en Mallorca. Un doble impacto que obligó al rey a romper con todos sus planes estivales.
En plenas llamas y ante una emergencia sin precedentes, el rey decidió actuar. Aterrizó en Madrid en un avión militar enviado desde la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, dejando atrás el descanso para ponerse al frente de la crisis. A su llegada, se dirigió directamente al Cuartel General de la Unidad Militar de Emergencias (UME), donde se reunió con los mandos para recibir un informe detallado del operativo desplegado.

LA EMERGENCIA NACIONAL HACE REGRESAR A FELIPE VI
Pero no solo fue la situación nacional la que motivó este regreso forzoso. Jaime Anglada, artista mallorquín y amigo de larga data del rey, se encuentra hospitalizado en estado crítico tras sufrir un grave accidente de moto con múltiples fracturas y una intervención quirúrgica compleja. El rey no dudó en reorganizar su agenda personal y, desde el mismo domingo, tiene previsto visitarlo en el hospital.
Este doble vuelco transmite un mensaje claro: Felipe VI afronta el verano no como un periodo de ocio, sino como una etapa cargada de responsabilidad. Su retorno anticipado refleja el compromiso institucional del monarca y también una profunda empatía con los españoles que están sufriendo pérdida y desesperación. Él ha vuelto al frente, donde más se le necesita.

Este doble escenario —una tragedia nacional y un drama íntimo— ha alterado por completo la agenda del monarca. El verano, que debía ser un periodo de descanso familiar, se ha convertido en una sucesión de decisiones urgentes y gestos de responsabilidad. La vuelta anticipada de Felipe VI refleja tanto el peso de su cargo como su faceta más humana: la de un hombre que, más allá de su papel institucional, se preocupa por sus amigos y allegados.
A día de hoy, España observa ahora cómo el rey afronta uno de los veranos más difíciles de su reinado, marcado por la emergencia, la incertidumbre y la necesidad de estar presente en todos los frentes.