Fue el pasado 8 de octubre cuando Javier Tebas anunció que el Villarreal-Barça de la jornada 17 del campeonato nacional de Liga se jugará en Miami (Estados Unidos) y, desde entonces, las críticas a la medida estrella del jefe de la patronal han sido constantes y muy vehementes. Hasta el punto de que hasta el Consejo Superior de Deportes (CSD), a través de su presidente, José Manuel Rodríguez Uribes, y el propio Gobierno de España, por mediación de Pilar Alegría, la ministra del ramo, se han posicionado en contra.
“Salvo un pequeño tema formal ya está, digamos, prácticamente terminado, podemos decir que el sábado 20 de diciembre se jugará en Miami un partido oficial de la Liga, Villarreal-Barcelona, un partido con puntos en juego”, afirmó Tebas hace diez días durante un evento en Miami, promocionando ya el partido que ha provocado también el rechazo unánime de todos los capitanes de Primera División, convocando un paro temporal que ya he empezado esta jornada en el enfrentamiento entre el Oviedo y el Espanyol en el Carlos Tartiere (0-2). Pero, de momento, nada ha ocurrido para paralizar la medida de la Liga, ni siquiera por parte del Ejecutivo de Pedro Sánchez.

“A nosotros nos gusta hacer las cosas en España y tratamos de atraer todos los eventos deportivos que podemos a España. Por lo tanto, sacar cosas no es, en principio, una decisión que veamos justificada”, señaló Uribes el 7 de octubre, poco antes de que Tebas anunciara a bombo y platillo que, finalmente, el partido entre el Villarreal y el Barcelona se jugará en los Estados Unidos. De igual forma se ha mostrado también la ministra Alegría: “Me gusta que las competiciones nacionales se jueguen en mi país. Soy partidaria de que se jueguen en España”. Pero los posicionamientos, por el momento, sólo han sido verbales.
Hay que recordar que la UEFA ya dio su permiso “excepcional” a la Liga y a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) para que el partido entre los castellonenses y los azulgranas se disputara al otro lado del Atlántico, en una decisión tomada de manera unilateral por los principales organismos rectores de nuestro balompié y sin haber creado el consenso necesario entre los afectados. Además, la iniciativa llega para rescatar la marca del Barça en un momento de clara quiebra económica y tras no haber podido acudir al pasado Mundial de Clubes, otro capotazo más para un club que alardea de ‘valors’ mientras consiente crear un claro perjuicio a sus competidores domésticos.
Las armas del Gobierno
Fuentes consultadas por Defensa Central han subrayado la dificultad jurídica que tiene el Gobierno para paralizar el plan de Tebas de llevarse el Villarreal-Barça a Miami, puesto que ni la Ley del Deporte -con un buen ‘espíritu Negreira’, de la mano de Albert Soler- ni el Decreto sobre actividades deportivas internacionales, que data de 1982, contemplan un escenario en el que el Ejecutivo tenga armas suficientes para impedir que este partido se juegue fuera de España. Además, tampoco hay aún una resolución formal de cancelación, en cuyo caso el CSD podría actuar a través de la interposición de un recurso de alzada.
🤣 LAMINE YAMAL FÚTBOL CLUB, estos son los problemas que tiene ahora el Barça#barça #lamineyamal pic.twitter.com/XedcyeXkKP
— Defensacentral.com (@defcentral) October 15, 2025
No obstante, este procedimiento podría colisionar con lo que se recoge en los tratados internacionales suscritos entre la UEFA y la FIFA, que es quien tiene la última palabra y aún no se ha pronunciado sobre el asunto. La institución que preside Gianni Infantino guarda un escrupuloso silencio, al igual que la CONCAFAF y la Federación de Estados Unidos.
El Parlamento Europeo recomendó hace días impedir que este tipo de partidos, que corresponden a Ligas nacionales en el Viejo Continente, se celebren fuera de sus territorios, y eso sí que podría ayudar a que el CSD defendiera su postura de manera robusta. Pero, en cualquier caso, este ente, dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, sólo tiene herramientas de supervisión, si bien es cierto que podría actuar si hay una contestación fuerte que agrupe a la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) con los aficionados.